Como el diente de león

¡Que más quisiera yo que tener siquiera alguna de sus cualidades!

Pero ya que no, quisiera parecerme al diente de león en que quien le conoce; le valora, le aprecia y le puede utilizar en su beneficio.

Aunque yo no pueda contribuir a la mejora de la salud, ni aportar nutrientes al cuerpo; me propongo, de manera similar a como el diente de león dispersa las cipselas (en mi caso, palabras escritas) con ayuda del viento; (en este mi caso, etéreo, subliminal o virtual); con la ilusión, esperanza y confianza de que sirvan a alguien, en algún momento, para mejorar la salud de su espíritu; ya sea de manera positiva, porque haya encontrado algo que le reconforte; o negativa, reafirmándose en su opinión contraria, lo cual también puede satisfacer.

sábado, 20 de diciembre de 2014

El abuelito del diente de león

  Taraxacum officinale: 
Receptáculo con todas las cipselas con sus aquenios, picos y vilanos

En mi verdadera patria -la infancia, según Rilke- 
(aunque aceptar esto, suponga; que pasar a la adolescencia, nos convierte en apátridas)
 jugábamos los niños con estas volátiles bolas, cogiéndolas por el tallo, poniéndolas en alto y soplando sobre ellas, para dispersar sus cipselas y verlas volar. A estas bolas las llamábamos abuelitos.

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